La caída del 50 por ciento de las acciones del banco estadounidense First Republic el martes puso de relieve que la crisis bancaria desatada en marzo con la quiebra del Silicon Valley Bank y el Signature Bank no ha sido conjurada en su totalidad por el gobierno de Joe Biden y los reguladores financieros de Estados Unidos.
El First Republic Bank, con base en San Francisco, California, sufrió la caída de sus depósitos totales en 41 por ciento en el primer trimestre del año. Pero ya hacia diciembre del año pasado el banco había invertido y prestado más dinero del que tenía en sus depósitos. En una proporción del 111 por ciento, según los analistas de S&P Global. Esto debió alertar a los administradores de la entidad financiera, pero también a los reguladores bancarios.
Quizá el hecho de ver sus acciones cotizando en US$147 dólares al inicio de febrero hicieron que los ejecutivos del First Republic confiaran en que sus riesgos estaban respaldados. Pero esta semana las acciones cayeron a menos de US$ 5 dólares. Poco después se recuperaron algo de valor, pero sin llegar siquiera a los US$ 6 dólares. Ya el Consorcio de Bancos había intervenido para evitar la quiebra del First Republic con una inyección de US$ 30,000 millones, sino sus depósitos hubiesen caído a más del 50 por ciento.
Adicionalmente, dos terceras partes de los depósitos del First Republic no contaban con el seguro que proporciona la Corporación Federal de Seguros de Depósito o FDIC en inglés. Recordemos que la FDIC asegura los depósitos hasta un límite de US$ 250,000. El Silicon Valley Bank tenía el 94 por ciento de sus depósitos fuera de esa cobertura.
La solución para el First Republic Bank sería encontrar un comprador, pero el tiempo y la poco clara dimensión de las pérdidas por inversiones y las decisiones financieras que asumiría el potencial comprador hacen difícil una compra rápida.
Los expertos como el profesor del Departamento de Economía de la Universidad de Yale, José Antonio Espín-Sánchez, señaló a CNN en Español que una regulación equilibrada es necesaria para proteger el crédito y mantener estable la economía. El catedrático señaló que esta es la décima crisis bancaria en Estados Unidos desde la Guerra Civil. E históricamente estos eventos resultan en recesión.
Esta nueva crisis puede afectar también el sistema bancario europeo. Ya en marzo tras el desplome del Silicon Valley Bank, bajaron las acciones de grandes bancos como el Deutsche Bank de Alemania (-13.6%) y los suizos USB (-7%) y Credit Swisse (-7.4%). De hecho, USB compró a su rival Credit Swisse por US$ 3,250 millones en una adquisición de emergencia negociada por el gobierno suizo para paliar el pánico entre los inversionistas.
La administración Biden debe hilar fino para encontrar las causas de estas crisis y prevenirlas de cara al futuro. La respuesta está en ajustar las regulaciones. Ya Biden dijo en marzo que pediría al Congreso que restituya las regulaciones bancarias derogadas por Trump. Pero quizá deba encargar una revisión general de esas normas para hacer frente a las nuevas dinámicas de la banca global.
Por José Andreu Figueroa. Miami, Florida.