Santo Domingo, RD
A poco más de tres meses para la celebración de las elecciones municipales dominicanas, la batalla de camino a ese evento sigue causando más convulsión en el centro y alrededores del bloque de la alianza oposita.
En lugar de unificación, ese intento solo ha provocado rechazo de las bases y buena parte de sus dirigentes, además de preocupación en amplios segmentos de la población que repudia a figuras y líderes de esos partidos ahora aliados, que se olvidaron de sus promesas cuando estuvieron en el poder. Desde el día en que se anunció la coalición entre el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Fuerza del Pueblo (FP) y Partido Revolucionario Dominicano (PRD), empezaron a surgir grietas, contradicciones, rechazos y resistencia contra ese acuerdo.
En estos momentos, las confrontaciones y rechazos internos han encontrado grados tan erosivos que ha colocado esta alianza en su nivel más crítico, con serias posibilidades de que se produzca un desplome total de esa estructura política. Los encontronazos han sido muy rudos, pero entre los más reveladores y recientes figura el escenificado entre Charlie Mariotti, secretario general del PLD, y el coordinador de alianzas de la Fuerza del Pueblo, Roberto Rosario, algo que ha encendido las alarmas y generado pánico, aumentando las dudas sobre el alcance de la alianza opositora.
Como se había previsto, ya están aflorando y sintiendo con más potencia los estertores del descontento, la división y las consecuentes renuncias, presagiando el colapso del frente unitario. Las dimensiones y efectos del gran lío de por medio en esta perturbadora crisis en apogeo, por el tema de las alianzas en los niveles municipal y congresual, era de esperar.
El PLD y la Fuerza del Pueblo, en su lucha por sacar mayores ventajas, queman pólvora a toda prisa, con la gravedad de que lo hacen con más brío al final del plazo de ley para la inscripción de alianzas ante la Junta Central Electoral. Mientras tanto, a medida que a la congregación unitaria de oposición se les agota el tiempo para solidificar su proyecto, el PRM y su candidato, el presidente Luis Abinader, siguen cosechando triunfos, atrayendo a los descontentos que sufren los efectos de las riñas políticas internas y la lucha de intereses políticos y económicos irreconciliables.
Para entender un poco mejor las ondas expansivas del terremoto que tambalea al bloque opositor, recordar el emplazamiento que hizo Mariotti a la Fuerza del Pueblo para cerrar el tema de las alianzas municipales, advirtiéndole que ya está bueno para esperar, mientras dejó claro que el acuerdo primario del bloque opositor fue la alianza a nivel municipal.
Cuando el dirigente de máximo nivel del PLD le dijo a Rosario que su partido estaba listo para dar ese paso, este le respondió que la Fuerza del Pueblo, aunque es parte de la alianza, está preparada para presentar boletas municipales competitivas en todo el país. En lenguaje simple, Roberto Rosario y su Fuerza del Pueblo le estaban diciendo claramente al PLD que no le necesitaba para ganar.
Desde ahí, las llamas abrasadoras del fuego interno que devora a la alianza pastora no dejan se extenderse, con señales de un rompimiento definitivo entre dos partidos que antagonizan para sacar del poder al PRM y a su candidato presidencial, Luis Abinader, que en medio de estos aparatosos enfrentamientos transitan unidos y sin traumas.
Otro escollo que frena el sueño de preservar la unidad entre el PLD y la FUPU son los acuerdos en el nivel senatorial, la parte más complicada y difícil para un pacto. Charles Mariotti, que admitió fue todo el tiempo contrario a esta alianza, reveló que la Fuerza del Pueblo, aun cuando todavía no se ha cerrado el acuerdo electoral en los municipios, sigue presionando para que este se amplíe al nivel senatorial, pero en varias provincias las figuras claves del PLD para ese cargo están negadas a eso.
Para que no quede dudas de las ínfulas de poder y fuerza del partido de Leonel Fernández ante los peledeistas, Roberto Rosario lo remarcó en un tuit en la red social X, donde escribió que la Fuerza Del Pueblo, aunque es parte de los esfuerzos por forjar una alianza opositora ”está preparada para presentar boletas municipales competitivas en todo el país”. Está todo claro. Fuerza del Pueblo le estaba retando a que, o aceptan sus propuestas o marcharán solos a las elecciones del 18 de febrero, que es lo mismo decir, sin unidad a la vista.
Los hechos son contundentes y todo indica que la alianza vivirá nuevas tensiones y divisiones, abriéndose de manera amplia la disyuntiva de caminar por rutas separadas para poder sobrevivir en el futuro. El problema es que para el PLD se vuelve cada día más urgente encontrar un aliado que lo mantenga vivo, por su pasado de gobiernos corruptos, y ni hablar de la Fuerza del Pueblo, con un candidato con una tasa de rechazo bastante alta y una historia de gestión gubernamental que traumó al pueblo hasta la medula.
En medio de estas vicisitudes, el temor en los estamentos de decisiones políticas de los partidos aliados se acrecienta porque, mientras perduran sus conflictos, el Gobierno de Luis Abinader sigue en sintonía con las expectativas de la población y soluciona sus problemas, aparte de seguir firme en el combate contra la corrupción y la impunidad. Su partido, el PRM, hace gala de unidad y se prepara nueva vez para la batalla en las urnas.