Por la situación que se está viviendo en la frontera el equipo del Demócrata decidimos trasladarnos hacia la provincia de Dajabón. Allí sobrevolamos la frontera acompañados del jefe del Ejército.
Luego nos reunimos con el alcalde de Dajabón, Santiago Riverón, para conversar acerca de la problemática de la crisis actual entre haitianos y dominicanos y nos llevó al cementerio municipal para mostrarnos lo que para nosotros fue insólito.
El cementerio es utilizado por nacionales haitianos para vivir, allí duermen, cocinan y a su vez realizan actos de hechicería.
Es importante señalar que, por la herencia africana, los haitianos no tienen la misma valoración de la muerte que los dominicanos, incluso en Haití ellos están acostumbrados a convivir con sus muertos.
Muchos cementerios en Haití son espacios improvisados en medio de los barrios, de noche se sientan sobre las tumbas y entablan conversaciones como si se tratara de un parque cualquiera, cosa que pudimos conocer por testimonios de algunas personas que han estado en Haití.
Volviendo al caso del cementerio pudimos observar osamentas al descubierto, residuos de cosas utilizadas en trabajos de hechicerías, nichos abiertos donde residen y guardan ropas y otros que han sido profanados.
En medio del reportaje sorprendimos a un joven dominicano que dijo se dedicaba a reparar electrodomésticos, como estufas, lavadoras, bombas de agua, etc., pero cuando le preguntamos sobre su oficio terminó confesándonos que en realidad iba al cementerio a fumar marihuana y justamente estaba allí para eso.
Nos mostró el cigarro de marihuana y luego de una breve conversación el alcalde Riverón le pidió que se fuera y que no regresara por el cementerio, pero luego fue devuelto por un militar pues no solo tenía marihuana,
sino crack, una droga mucho más fuerte. Fue esposado y llevado al destacamento para fines de investigación.
Seguimos conversando con Riverón a quien le preguntamos qué pensaba hacer para detener estas prácticas en el cementerio y nos dijo que está construyendo una verja que espera sirva de muro de contención para que ya haitianos y dominicanos dejen profanar las tumbas porque es vergonzoso que ni siquiera después de muertos se pueda descansar de la amenaza latente de los ciudadanos del vecino país.
Agradecimos a Riverón el trabajo que está realizando, su posición firme ante el delito y la amenaza de la migración haitiana en esa frontera que, junto a la de Jimaní, es la de mayor tráfico de personas y las de mayor dinamicidad comercial.
Por: Francisco Tavárez, El Demócrata