Una denuncia muy seria, responsable y ácida por parte del gestor cultural Emmanuel Peña, radicado en Boston, quien denuncia y pone en contexto lo ocurrido en la Trigésima Bienal.
Peña utiliza el caso de la artista Yuly Monción, quien le devolvió el reconocimiento al jurado, por sentir que nuevamente actúan de manera injusta o interesada, al evaluar su trabajo en la bienal, para describir la crisis de credibilidad del jurado.
Presentamos parte de lo narrado en su artículo publicado en el Diario digital Acento.
Uno no quisiera pensar que los premios y reconocimientos equivocados, inmerecidos, que se dan como la verdolaga, sea es el resultado de la incapacidad, por no llamar ineptitud, o en el peor de los casos de la imbecilidad por el limitado conocimiento sobre arte, en este caso de algunos de los que conforman el colectivo del jurado, cuya única carta de presentación es pertenecer a ciertas élites, venidas en unos casos por el apellido, y en otros por lo económico.
Al final de cada concurso es alarmante la incapacidad de ese jurado para elegir las mejores obras.
Esta es una práctica, sistemática e injusta. Esto provoca la subversión de muchos artistas plásticos.
Uno de esos movimientos fue el que encabezó la pintora Ada Balcácer y un grupo de pintores en 1968, para impedir que el grupo E. León Jiménez subordinara el arte al comercio; otro muy importante y de alta trascendencia fue la Bienal Marginal, del pintor Silvano Lora, paralela a la bienal de arte visual XVIII de 1998.
El turno le toca ahora a la artista Yuly Monción. Yuly, rabiosamente y con derecho, se negó a aceptar el pírrico reconocimiento que el jurado de esta bienal le otorgara por tercera vez, y les deja su “premio igualitario” en las manos.
Para quienes quieran conocer más detalles les dejo el enlace del artículo.
https://acento.com.do/amp/cultura/yuly-moncion-su-renuncia-al-premio-de-la-bienal-2023-9259064.html
