El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció un paquete de medidas que incluyen “sanciones de bloqueos totales” a dos grandes instituciones financieras rusas. El banco militar ruso y el VEB, el banco estatal que se encarga de apoyar el desarrollo de la economía. Además de gestionar la deuda del Estado y los fondos de pensiones.
Biden anunció sanciones complementarias para golpear la deuda soberana de Rusia, “lo que implica que estamos cortando al gobierno ruso de las finanzas occidentales“.
“Rusia no podrá hacer dinero de Occidente y no podrá negociar su deuda en nuestros mercados o en mercados europeos”, dijo.
El presidente estadounidense anunció, además, que también se impondrán sanciones a miembros de las familias de la elite rusa.
Previamente, Berlín había anunciado la suspensión del proceso de aprobación para la entrada en funcionamiento del gasoducto Nord Stream 2. El mismo conecta a Alemania y Rusia y Reino Unido. También adelantó sanciones contra bancos, políticos y entidades rusas.
La Unión Europea, comunicó que sancionará a los 351 diputados del parlamento ruso que votaron a favor de reconocer Donetsk y Luhansk como repúblicas independientes. Así como a 27 personas físicas y jurídicas.
A pesar de estas sanciones impuestas por Estados Unidos, Rusia lleva años preparándose para estas sanciones.
En 2014, cuando las tropas de Vladimir Putin entraron en Crimea, anexando parte de Ucrania, una primera ronda de sanciones internacionales cayó sobre el Kremlin. Y eso le dejó a Moscú una lección importante.
Desde entonces, Putin ha desarrollado mejores mecanismos de defensa, dejando de depender del dólar y tratando de proteger la economía rusa.
La Rusia de hoy no es económicamente la misma que se anexó Crimea hace ocho años.
El gobierno de Putin ha acumulado durante estos años enormes reservas de divisas. Y ha recortado sus presupuestos para mantener su economía y sus servicios gubernamentales en funcionamiento, incluso bajo aislamiento.
Así, ha reorientado el comercio y buscado reemplazar las importaciones occidentales, de forma tal que le sea más fácil evadir las sanciones.
Al punto que, según analistas, el mandatario ruso está en capacidad de mostrar que puede soportar las sanciones por más tiempo de lo que supone Occidente.
Para enero de este año, las reservas internacionales del gobierno ruso en divisas y oro estaban en niveles récord. Con un valor de más de US$630.000 millones.
Esa es la cuarta cantidad más alta de tales reservas en el mundo y podría usarse para ayudar a apuntalar la moneda rusa, el rublo. Durante un tiempo considerable.
Solo alrededor del 16% de las divisas de Rusia se mantienen actualmente en dólares, frente al 40% de hace cinco años. Alrededor del 13% ahora se mantiene en renminbi chino.
También ha habido otros cambios en la estructura de la economía rusa. El país ha reducido su dependencia de préstamos e inversiones extranjeros y ha estado buscando nuevas oportunidades comerciales fuera de los mercados occidentales.
El Kremlin también ha recortado el tamaño de su presupuesto, priorizando la estabilidad sobre el crecimiento. Lo que ha significado que la economía rusa ha crecido a un promedio de menos del 1% anual durante la última década. Pero puede haberse vuelto más autosuficiente en el proceso.
“Lo que Rusia está haciendo, en efecto, es construir casi un sistema financiero alternativo para poder soportar algunos de los impactos de las sanciones que Occidente podría imponer”, dice Rebecca Harding, directora ejecutiva de Coriolis Technologies.