La gente no sabe el peso que tienen las palabras. La permisividad social que ocasionan ciertas expresiones como en esta sociedad lo son entre muchas: “tengo una menor”, “menores por paca” “mangué una menor”
Desde hace cierto tiempo se viene advirtiendo sobre la banalización del concepto de “menor”. A veces hay expresiones que se ponen de moda sin que analicemos el impacto que pueden tener en el cambio de, mentalidad de los sujetos que protagonizan la expresión.
El tema de los menores se ha asumido no como crítica de un fenómeno, sino como reforzamiento de una conducta que en muchas ocasiones sexualiza a niñas y niños menores de edad y que patentiza la asunción de conductas adultas en adolescentes que no poseen la capacidad de manejar las consecuencias de sus decisiones.
La crítica que otrora se sintetizaba en “esta juventud de ahora” hoy se recrea en “estos menores”. Hombres pederastas regodean su lascivia en la expresión de “tengo una menor” exhibiendo como un trofeo su “conquista” cuando en realidad es un abuso.
Los resultados los estamos viendo a diario, pero tiene que ocurrir una tragedia como la de Higüey para que esta sociedad entienda que debe abrir los ojos.